23 de marzo de 2014

NAVEGAR LA NOCHE


Por Roberto Marav
 

En la playa
Rafael Casals Martorell
Madrugar y desmentir a la aurora

en la orilla de sus muelles

con los cantos fúnebres

de sirenas mutiladas

engarzadas a una red de ayeres.

 
Desgarrarse los lastres de las horas

desnudando a los peces arrostrados a la boca.

Arrojarse decididamente al oleaje matutino

como sombra que se busca en la soledad

de las profundidades de la turbia marea.
 

Navegar sin rumbo hasta

que los surcos del olvido

corrompan la contemplación azulina

de este sórdido espejismo,

a veces sueño;

otras, invocaciones.
 

Y ahora, cuando se han callado las ciudades

en la distancia del apabullante vaivén de la monotonía,

respira los ecos de la brisa mortecina,

atraviesa a los peces con el mismo metal

que se zambulle girando por el apéndice de tus lamentaciones,

arranca sus venas, riega la sangre

por singladuras pedestres

y alimenta el cardumen de rémoras

que jamás han claudicado;

sus ojos se saciaran en cualquier momento

del hastío inescrutable que carcome tus aljibes

hasta que tus dedos decidan levantar el anclaje,

naveguen apacibles por las orlas espumosas

de la noche melancólica

y se asome la luna quebrantada

reflejando sus fragmentos en tu rostro.
 
 

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