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7 de diciembre de 2014

HISTORIA PARCA


Por Berto Naviera 


Saturno devorando a su hijo
Francisco de Goya
Había una vez, en una tierra muy muy lejana, un pequeño país, hermoso y agradable, pero que se sentía cada vez más mal. Este bello país había sido infectado por minúsculos bichos que, no por minúsculos, dejaban de ser peligrosos. El pequeño y noble país entonces se sentía molesto e inflamado, algo en su interior no estaba bien y con el tiempo se iba sintiendo más y más indigesto. Sus tripitas le dolían y hacían ruidos raros que aquel pequeño país no llegaba a justificar. ¡La había estado pasando tan bien!
Lo que realmente pasaba es que dentro de las tripitas de aquel pequeño y bello país habían ido creciendo unos minúsculos bichos malvados: unos azules, otros amarillos, los más abundantes que eran de color rojo y los peores, porque se juntaban con cualquiera de los anteriores y causaban mayores destrozos, que —paradójicamente— eran de color verde.
26 de octubre de 2014

DEFINICIÓN


Por Berto Naviera 

I
Palabras de amor a colores
Enrique Lambarri
De cómo
las palabras van
ablandando
    la carne,
la maceran, la
van calentando
hasta volverla
    tibia y
moldeable.

II
Las palabras son como
    manos        distantes,
    sin límite.
Se pueden usar
    de cerca o
    de lejos.
Se pueden usar
    de día o
    de noche.
En los velorios o
durante el acto
    amoroso.
14 de septiembre de 2014

INVISIBLES

 
Por Berto Naviera 
 
Presencia inquietante
Remedios Varo
La tendencia al ninguneo es fatal. El No-Encuentro es, tal vez, peor que el Des-Encuentro. La pérdida del horizonte que nos mantiene encuadrados dentro de un ámbito cotidiano nos propicia, al igual que a un piloto de alguna aeronave en falla, un desconcierto instantáneo, una incertidumbre bloqueadora que intimida y desorienta. Así, cuando el reconocimiento desaparece, el individuo deviene incorpóreo. Estoy hablando, claro, del reconocimiento que define al acto de ser identificado que no aquel en que se es ensalzado. La abolición de nuestra esencia nos desaparece y nos integra al vacío perenne de lo no-observado, de lo no-identificado: nos deshumaniza.
3 de agosto de 2014

RECONOZCO LOS RÁPIDOS PASOS DE LOS APRESURADOS


Por Berto Naviera 
 

Las estaciones
Giuseppe Arcimboldo
Reconozco los rápidos pasos de los apresurados.
 

De aquellos que deambulan con los folios estrujados bajo el brazo

y suben a los camiones o a los taxis, con la mirada ansiosa

y el corazón latiéndoles atosigado. Y en sus labios apretados

la mueca angustia, el espanto de algo que suceda.

Yo no logró entenderlos. Los veo de lejos. Sus urgencias no

llegan a mí jamás.
 
22 de junio de 2014

SEDA, DE ALESSANDRO BARICCO, UN ENCUENTRO SORPRENDENTE


Por Berto Naviera 


¿Qué se necesita para que algo sea memorable? ¿Qué se necesita para que algo se vuelva recomendable? No lo sé. Tal vez sea la impresión que ese “algo” ha causado en nosotros. Tal vez sea que ese “algo” ha quedado tan incrustado en nuestra memoria que necesitamos compartir con alguien más nuestra impresión. Después de todo son las afinidades las que nos acercan, las que nos permiten compartir un sentimiento o una emoción.
11 de mayo de 2014

ARS POETICA


Por Berto Naviera
 

Hombre leyendo
John Singer Sargent
Quién le da los premios a los poetas?

Quién, incansable, se mete a un cuarto sombrío y se la pasa los días,

hora tras hora, leyendo y releyendo los

ríos de tinta que fluyen incansables desde

los cinco continentes y persiste y

se aguanta las ganas de salir de día de campo con la familia y

con los niños vigorosos y con la tía que camina lento por su edad y su gordura y

hasta con el perro amarillo que corre y salta y

vuelve como si esta fuera la primera vez que siente el tapete verde bajo sus patas?
 
30 de marzo de 2014

EL PUEBLO


Por Berto Naviera 

Estacional, como la gripe, así es el requiebro sentimental por los rincones callejeros de mi pueblo.
Mi pueblo está ahora más bello y renovado de lo que jamás estuvo pero a la vez me es también más ajeno. Sus sinuosas y empinadas calles, adornadas y luminosas, son invadidas por los inevitables portacámaras capturadores de las bucólicas imágenes de la montaña nacional. Un ejército de variopintos personajes irrumpe con su algarabía desordenada todos los días por sus viejas calles y plazuelas espantando, junto con las palomas, la candidez de sus frías mañanas y la íntima comunión de los parroquianos, pero permaneciendo completamente ajenos a sus antiguas tradiciones.
Mi pueblo
Raúl del Río
Marchan de lado a lado del gentil caserío. Recorren todas sus callejuelas retorcidas y claras. Se instalan en sus plazas, iglesias, monumentos y cafeterías. Entusiasmándose, como niños, con el empedrado de las calzadas, con los balcones cuajados de geranios multicolores, con viejos paredones que aún hablan de tiempos duros y antiguos cuando de la buena tierra fluían los argentinos ríos metálicos. Buscan, siempre buscan, no importa él qué, siempre van tras el descubrimiento de lo sorprendente, de aquello cuya existencia parecen no poder asimilar, exclamando los típicos: “jamás pensé que pudiera hacerse…”, “jamás pensé que pudiera existir…”, “jamás pensé que fuera posible…”. Deteniendo, asombrados, su marcha ante aquello que les ha parecido raro o insólito o, simplemente, desacostumbrado.
16 de febrero de 2014

THE TRICK, WILLIAM POTTER, IS NOT MINDING THAT IT HURTS


Por Berto Naviera
 

En esta ocasión, mis dilectos amigos, quiero hablarles sobre cine. Pero no sobre cualquier clase de cine, sino sobre aquel que ya no se hace. Sobre el cine de las Grandes Producciones, sobre aquellas películas intemporales que continúan guardando su valor a través del tiempo y que, incluso, algunas veces lo incrementan. 

Esta vez me voy a permitir hablarles de un film muy particular. Un film en donde no hay una figura femenina que nos atrape con sus encantos ni una historia de amor que nos emocione. Tampoco tiene sangrientas escenas que despierten nuestro morbo ni trata de un superhéroe cuyos absolutos triunfos llenen la pantalla. Les voy a hablar de una película de grandes escenarios —grandes, en el estricto sentido de la palabra— y hermosos paisajes y personajes majestuosos y, la siempre compleja, trama de la vida; todo ello magistralmente entretejido por un soberbio director dentro de una historia épica. Estoy hablándoles, mis amables lectores, de la superproducción inglesa de 1962: Lawrence Of Arabia.[1] 

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