2 de febrero de 2014
EFIGIE
Por Jorge Iván Dompablo
Trato de recuperar tu efigie que, extraviada en alguna
sucia gruta de mi memoria, aguardará, agonizante de frío, a que este ingrato vuelva.
La imagino agitarse desconcertada, igual a un ratoncito todavía ciego de recién
nacido; la busco por múltiples senderos sin fortuna; me atrevo, incluso, a
asecharla escondido en las esquinas detrás de los faroles junto al homicida, mi
hermano. Después de los aguaceros salgo seguro de que vendrá tras el aroma de
la tierra, recorro de un extremo a otro las aceras explorando cada grieta; voy
en su busca cuando brota el sol y mi vista se detiene a contemplar las
buganvilias escarlatas que se van llenando de pájaros mientras visito tu nombre
como un conjuro, pero tu imagen nunca llega, me está vedada.
Vuelvo sobre mis huellas. En mi habitación desquicio
los cajones; hallo una nota e imagino tus dedos claros y pequeños trazando
estos limpios caracteres; un pasador que encuentro alborota la humareda de tu cabello
que crece y me abrasa el rostro. Tropiezo con una botella de perfume vacía que
aspiro como un adicto hasta marearme y tus facciones no vienen, no cruzan los
puentes que despliego, se escapan veloces entre la hierba. Salto apresurado
tras ellas, corro a través de campos de trigo que se agita por donde pasan. En
distintas direcciones escucho sus pisadas, sin embargo, yo sigo la línea recta.
No sé a dónde se habrán ido, pero continúo. Luego de muchas horas presiento que
mis pies ya no tocan el piso; no intento mirarlos. Frente a mí un ojo enorme de
sangre tiene cautiva mi atención, hacia él dirijo mi carrera, pero por más que
avance no me acerco.
No tiene sentido seguir, sé que debo detenerme. Es
en ese instante que me invade el temor de hacerlo, pues estoy convencido de que
mis pies ya no están en su lugar y de que en cuanto el movimiento se termine
voy a caer. Noto, con terror, que ya he dado la orden de paro, el trigo que se
aproxima viene cada vez más lento.
Empiezo a ahogarme mientras me hundo. Una ráfaga de
frío despedaza mi pecho, la luz se ha ido. Escucho primero suaves pisadas que
se acercan, desesperado me busco los ojos con las manos. Nada. Sin esperanza admito
mi destino; escucho atento. Un jadeo. Siento un tibio aliento y estiro el
brazo, mis dedos tocan la humedad de unos labios, comienzo a esculpir con ambas
manos tu rostro sin poder mirarlo; mis dedos recorren tus parpados, el índice regresa
una y otra vez a la humedad de tus labios, hasta saciarse con cada pliegue.
Entonces, retiro mis manos y por fin descanso.
Categoría:Efigie,Iván Dompablo,Narrativa
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada
(Atom)
Categorías
- Crítica (9)
- Ensayo (9)
- Entrevista (2)
- Lengua (2)
- Narrativa (33)
- Poesía (34)
- Recomendación (6)
Colaboraciones
- Berto Naviera (9)
- César Vega (8)
- Iván Dompablo (9)
- Nidya Areli Díaz (9)
- Roberto Marav (7)
- Sofía Mares (13)
- Vladimir Espinosa (9)
- Víctor Alvarado (9)
- Víctor H. Pedraza (8)
Con tecnología de Blogger.
Lo más leído
-
Por Vladimir Espinosa Román Una de las grandes virtudes de Octavio Paz es la maestría de sus obras ensayísticas. Todas ellas ll...
-
Por Nidya Areli Díaz La muertita es una tragedia de corte político y social cuyo tópico principal son las Muertas de Juárez. El...
-
SEMBLANZA Libia Eunice Salcedo Ruiz nació en la Ciudad de México el 25 de agosto de 1971. De madre libanesa es una de las seis hijas...
-
Por Vladimir Espinosa Román La personalidad femenina que se retrata en el cuento “Los convidados de agosto” (incluido en el libro ...
-
SEMBLANZA M ó nica L öwenberg es una artista plástica contemporánea nacida en la Ciudad de México. Sus estudios en Diseño G...
-
Por César Vega Querida Samantha: Trataré de ser lo más concisa y breve al explicarte todo este asunto; en verdad te ...
-
Por Nidya Areli Díaz SEMBLANZA David García Ruiz, Alias Torlonio, nació en la ciudad de Madrid el 6 de febrero de 1964. Pasó ...
-
Por Víctor Alvarado Botas de futbol Ricardo Renedo Todo iba bien hasta que ¡tras!, se escuchó por enésima vez un pelotazo en e...
-
Por Víctor Alvarado Con este, es el quinto intento de escribir unas buenas líneas, dame dos o tres minutos y tal vez lo logre. A...
-
Por Nidya Areli Díaz Ojo por ojo, diente por diente es una obra del dramaturgo Mauricio Jiménez que se originó al adaptar la come...
0 comentarios:
Publicar un comentario